martes, 19 de febrero de 2008

Los “profes” rompen barreras musicales

En las aulas de la escuela de música de Avellaneda, en Buenos Aires, el tango suena diferente gracias a que las melodías del típico bandoneón se fusionan con las de la guitarra eléctrica, el saxo y el piano. En el colegio Antofagasta de El Alto, la situación es similar y se mezclan las notas de un tinku con los acordes del reggaetón, el hip hop y otros bailes de moda. En San José de Costa Rica, las tradicionales marimbas se unen con la batería al momento de tocar melodías típicas.
Profesores de música de Buenos Aires, San José, Lima, La Paz y El Alto han apostado a la fusión de instrumentos y corrientes para mejorar la enseñanza musical en las aulas.
Los maestros —participantes en el primer encuentro de profesores de música e integrantes del Foro Latinoamericano de Educación Musical (Fladem) desarrollado del 6 al 15 de febrero en El Alto— consideran que se deben dejar de lado los patrones tradicionales de instrucción donde el educador se limitaba a impartir su clase de forma magistral y en los que predominaba el concepto errado de que la música era para aquellas personas con buena voz o que tocaban algún instrumento, marginando de esa forma a los estudiantes que podían desarrollar alguna aptitud con orientación.
Por eso es que se deben impulsar técnicas que den paso a la creatividad de los alumnos, como con la fusión de ritmos y estilos musicales. Además, los pedagogos coinciden en que una buena técnica de enseñanza es la que rescata las tradiciones melódicas de cada país y la que hace énfasis en la interculturalidad musical, referida a que tanto el rock, el jazz, la salsa como el merengue tienen el mismo valor que un huayño, una marinera (danza peruana) o la cajetera (baile costarricense) para evitar que esos ritmos sean relegados.
La profesora peruana Lilia Romero, investigadora de instrumentos autóctonos, aplicó la fusión al combinar el uso de la zampoña con el piano en su aula con estudiantes de primaria del Centro de Arte Crecer de Lima.
Destaca que la iniciativa trajo “grandes beneficios”, ya que permitió que sus estudiantes se interesen en su materia y pongan el mismo empeño que en áreas como el idioma extranjero.
Agrega que no sólo apostó por esta modalidad, sino por la incorporación de juegos con armonías musicales que despertaron en sus estudiantes el apego a la música.
“Se está dando la fusión para fortalecer la diversidad cultural, es algo que se debe cultivar”.
No obstante, según la profesora, aún predomina en algunos centros educativos de Lima la idea de que se debe tocar la música popular o la clásica, pero no tocar ambas corrientes.
“Todavía hay quienes dicen a la gente que si cantas en una banda popular, puedes terminar por arruinar tu voz”.
Otra experiencia exitosa fue la efectuada por la profesora en Rítmica de la Universidad Nacional de Costa Rica, Katarzyna Bartoszek, quien logró conjuncionar “a plenitud” las artes escénicas con las musicales.
Trabajó con actores que lograron mejorar sus movimientos en el escenario luego de una sesión en la que interpretaron instrumentos autóctonos, como la marimba (especie de arpa pero de madera y plana), y clásicos, como los timbres de metal.
Katarzyna sabe bien lo que significa la imposición de moldes rígidos en la enseñanza musical. Hace 14 años que salió de Polonia, su país natal, y dejó atrás la “amarga experiencia” cuando sus maestros le impedían tocar en sus clases de piano algunas piezas de la música popular que le gustaba escuchar.
Pero si de romper moldes y fusionar estilos musicales se trata, la delantera la lleva la Escuela de Música Avellaneda de Buenos Aires, destaca Violetta Heims de Gainza, profesora de piano de ese centro y presidenta honoraria del Foro Latinoamericano.
En ese centro de estudios se prioriza la música popular y la “hibridación” de géneros como el jazz —que usa saxo, piano y trompeta— con el bandoneón argentino utilizado en el tango.
“Se abarca también el folklore tradicional con la música urbana (rock o cumbias). Se trata de abrir más escuelas que impulsen esa tendencia”. Heims, quien fue tutora de músicos como Fito Páez y Andrés Calamaro, cree que se debe apuntar a que esa fusión se consolide en Latinoamérica con el intercambio de experiencias de los profesores.
“Se debe flexibilizar la enseñanza porque lo que se está instruyendo está mal. La música es un derecho humano y parte esencial de las personas”.
En Bolivia
El profesor Antonio Coarite, del colegio nocturno Antofagasta y de la organización no gubernamental Intervida, ambas entidades en El Alto, dice que sus estudiantes tienen más libertad desde que se aplicó la mezcla de géneros en las clases. “He visto que ahora a los jóvenes les gusta el reggaetón y aplican sus conocimientos musicales como la composición por ejemplo con el tinku. También hay casos donde se dan mezclas con ritmos nacionales como las cuecas y huayños”.
Por eso reflexiona que es momento de dar un “gran viraje” en la enseñanza musical e impulsar la creatividad de los chicos. “Bajo mi supervisión, los jóvenes inventan de todo, hay estudiantes que tienen tendencias al hip hop. Agotan su creatividad, saben qué se puede hacer con la música”.
En todo caso, admite que el riesgo que se corre con la aplicación de esta modalidad es perder la esencia de las melodías e instrumentos tradicionales. De ahí pondera que en las escuelas alteñas se promueva el uso de éstos. Sin embargo, espera que los establecimientos den un salto tecnológico e incorporen paquetes de computación para la enseñanza musical.
Con esos softwares, el colegial compondrá melodías y Coarite está seguro de que así se mejorará su aprendizaje.
Su colega Ismael Cruz, quien da clases en el colegio Unión Europea de El Alto, también ha tenido buenos resultados al conjuncionar estilos e instrumentos.
Dice que sus estudiantes quedan “fascinados” cuando tocan en tarkas o quenas las melodías de películas conocidas, como Titanic, o escuchan la romántica tonalidad de El Reloj de Roberto Cantoral interpretada por los moceños (instrumentos de viento identificados por una caña gruesa y larga).
La flauta dulce, la guitarra y el bajo eléctrico también forman parte de su forma de trabajo, ya que “mejoran la capacidad auditiva y el alumno puede reconocer cualquier género”.
En el Conservatorio Nacional de Música, en La Paz, saben a cabalidad que ésa es la tendencia que se debe seguir, pero con un detalle, explica su directora, Esperanza Téllez, no se incorporan instrumentos autóctonos, pero sí se ejecutan los clásicos (como el piano o violín) con los modernos (el bajo y la guitarra eléctrica).
Téllez avala ese sistema de pedagogía por el gran recorrido en la fusión de estilos y resalta que la entidad es la única que cuenta con un repertorio de música nacional para piano y es la organizadora de un festival de guitarra criolla con el fin de dar valor a la música nacional al igual que a los instrumentos considerados clásicos.
Crisis musical
Según los entrevistados, la carencia de aulas adecuadas, pocas cargas horarias, la falta de profesionalización y de políticas estatales derivan en una crisis de la educación musical.
Esta situación es común en Bolivia, Argentina, Costa Rica y Perú, dicen los maestros, pero son optimistas en que se pueda lograr un enfoque común con el rescate de las culturas nativas de cada pueblo.
A criterio de Téllez, la falta de profesionalización y el surgimiento de varios centros de enseñanza musical que no reúnen las condiciones de calidad ni infraestructura son las principales causas para esta “decadencia” en la enseñanza musical.
En ese sentido, Ismael Cruz deja entrever que el interinato para la enseñanza musical en el magisterio paceño provocó la debacle en la materia.
“Hace 10 años se cerró la carrera de música y hay gente que está enseñando de forma interina en los colegios y provoca que haya una mala enseñanza”.
Comenta que hay mucho camino por recorrer, pues debido a la mala instrucción pedagógica incluso no se puede seleccionar auditivamente a los estudiantes para conocer si su timbre de voz es grave o agudo.
La falta de profesionales se suma a una reducida cantidad de horas. Actualmente son ciclos semanales de 90 minutos, cuando lo ideal es que sean 180.
La falta de infraestructura afecta también.
De ahí que en Costa Rica
—explica el profesor de la coral de la Universidad de San José, la capital de ese país, Israel Carrillo— los maestros “muchas veces tienen que ser inventivos para que sus clases no fracasen ante la falta de aulas e instrumentos”.
En Costa Rica, cuenta, si bien se abrieron escuelas especializadas, éstas no tienen un enfoque educativo que contemple a la música como parte de la formación integral del alumno.
Es decir, lo que se pretende es que la enseñanza no sólo desarrolle el talento artístico, sino contribuya a que el discípulo tenga una mentalidad más abierta y mejore su capacidad de aprender en otras áreas del conocimiento.
Violetta Heims de Gainza atribuye la crisis al actual modelo económico y cultural, que, según ella, restringe las posibilidades de los países para sacar a flote su riqueza cultural y valorar lo autóctono.
La peruana Lilia Romero apoya esa moción e indica que es hora de una “descolonización” de la música y de impulsar las experiencias de fusionar géneros e instrumentos en Latinoamérica.
Se suma a los reclamos de sus compañeros, ya que en su país, al igual que en las regiones vecinas, también se relega esta asignatura y se pondera más a materias como lenguas extranjeras.
Los niños mejoran su capacidad de aprendizaje
La música mejora las capacidades de conocimiento de los niños, según un estudio que publica la revista Brain. Según la web Tendencias 21, el estudio fue desarrollado por psicólogos de la Universidad McMaster de Canadá, que compararon los efectos del aprendizaje musical sobre la sensibilidad de los menores y sobre su capacidad de memorización.
Los investigadores hicieron un seguimiento durante un par de años a dos grupos de niños de entre cuatro y seis años de edad. El primero recibió durante un año enseñanzas musicales extraescolares, según el método Suzuki, mientras que el segundo no recibió este tipo de educación.
El estudio reveló que los estudiantes que fueron sometidos a la instrucción musical tuvieron mejoras en su memorización y en su aprendizaje en la lectura, escritura y matemáticas.
El método Suzuki, ideado por un violinista japonés que es además filósofo y pedagogo, permite a los niños, aunque sean muy pequeños, aprender música e incluso tocar un instrumento.
El programa enseña música mediante el juego e induce a los chicos a escuchar cada día alguna melodía. Respetando el ritmo de asimilación del niño, este método impulsa el descubrimiento, la experimentación y la sensibilidad musical.
Evitar las canciones violentas
La música con letras violentas puede provocar efectos negativos entre los niños y los jóvenes, según un estudio desarrollado por pediatras de la Universidad de Iowa, Estados Unidos. Las tonadas influyen en la mente de los adolescentes y pueden resultar tóxicas para su bienestar emocional, lo que constituye una rigurosa llamada de atención para padres, tutores y educadores. Según la página www.tendencias21.net, los investigadores comprobaron que los chicos se volvían más agresivos a medida que escuchaban canciones “escandalosas” de grupos de heavy metal y raperos.
En uno de los experimentos, los científicos de la Universidad de Iowa pidieron a un grupo de universitarios de ambos sexos escuchar canciones de contenido violento, y a otro, temas no violentos. Luego solicitaron responder un cuestionario.
Los estudiantes que escucharon canciones agresivas reflejaron niveles más altos de hostilidad en sus respuestas, sobre todo las mujeres. Además, se realizaron otros experimentos y al cabo de los cuales se concluyó que aquellos que escucharon las canciones agresivas renegaban de su entorno.
Se relanza la educación musical
La especialización del estudiante en cualquier rama de la música es la propuesta que impulsará desde 2009 el Ministerio de Educación, de acuerdo con una fuente técnica de esta entidad que prefirió no ser identificada.
Esta decisión radica en que la repartición gubernamental constató que la materia de música genera poco interés en los estudiantes, por lo que ahora se impulsará una valoración de sus raíces culturales y rescatarán los valores autóctonos.
Para consolidar ese proyecto se elegirán colegios pilotos en todo el país que cuenten con la infraestructura y el equipamiento adecuado. El grupo focal será estudiantes de sexto de primaria y de los cuatro cursos de secundaria.
El programa de renovación prevé la realización de cursos de capacitación para los profesores en educación musical luego de la socialización nacional del enfoque.
Normales
El profesor Ismael Cruz, dirigente de los maestros de educación musical de El Alto, anunció que luego de las recientes conversaciones con representantes del Ministerio de Educación se pretende que se incorpore una carrera de música en el instituto normal Simón Bolívar de La Paz.
Cruz además espera que se abra otro instituto normal en El Alto con este mismo fin. Aseguró que ya se cuenta con el terreno donde funcionará la escuela gracias al apoyo de la Alcaldía. Destacó que el anunció oficial será el 14 de marzo. Sin embargo, la fuente del Ministerio aseguró que este proyecto está en estudio debido a que debe contar con la aprobación de la currícula además del equipamiento. Aclara que es una alternativa a mediano plazo.
El maestro asegura que de esa forma se revalorizará esa rama que, en su criterio, fue relegada de la currícula académica con la Reforma Educativa 1565 y que ha sufrido un fuerte deterioro profesional desde el cierre, hace una década, de la carrera de Música en la normal paceña. Considera que estos avances materializarán la apertura a nuevos espacios del conocimiento y cambios en las técnicas de enseñanza que está impulsando la entidad rectora de educación. La idea es que el escolar desarrolle sus aptitudes creativas con la composición de nuevas melodías.


Maestros de cuatro países, incluyendo Bolivia, destacan los
logros conseguidos en sus clases luego de conjuncionar instrumentos folklóricos e impulsar la interculturalidad musical

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