lunes, 28 de abril de 2008

El danzón: baile de tradición


Alejandra Noguez BBC Mundo, México

La Plaza del Danzón, ubicada en la zona centro de la Ciudad de México, acoge cada sábado desde hace doce años a cientos de parejas, principalmente de la tercera edad, quienes aseguran haber encontrado en este ritmo la alegría de vivir.


"¡El danzón es el amor, es el espíritu de la vida, nos hace ser más felices, más joviales, es todo, sin el baile no somos nada!", dice emocionada Rufina Estrada a BBC Mundo.
Llegar a este lugar es echar el tiempo atrás al ver cómo hombres y mujeres con su segunda y tercera juventud a cuestas, se mueven al compás de este añejo ritmo cubano.


Esta plaza tiene muchos rincones, el de los danzoneros consumados, los intermedios y los aprendices que atentos siguen las indicaciones del maestro que en ocasiones suele ser un joven bailarín.
Ese es el caso de Alejandro Olvera, quien asegura a BBC Mundo haber adquirido mejores valores bailando y enseñando a bailar el danzón.


Descubrimiento
"Este baile me ha hecho cambiar muchas cosas en mi vida, antes me juntaba con gente de la calle, viciosos y rateros, pero con el danzón descubrí que hay una vida más amable", dice Alejandro.


El danzón en México es un elemento vigente de la música popular mexicana que ha sido conservado por los jóvenes de antaño y heredado a los de hoy.
"Muchos jóvenes han adoptado el gusto por bailar danzón gracias a su innegable elemento erótico, sutil y refinado y ese es un elemento que une a las generaciones a través del baile" asegura a BBC Mundo el coreógrafo Javier Romero.
El danzón en México
El danzón llegó a México a principios del siglo XX cuando migraciones cubanas llegaron a este país, huyendo de la convulsión política que se vivía en la isla.
El nuevo ritmo entró por Veracruz y la Península de Yucatán, y de ahí se extendió hacia gran parte del territorio mexicano, sobre todo al sureste y centro del país.


Fue tal su impacto que músicos, compositores y bailarines populares adoptaron al danzón, conservando los elementos originales de estructura y ritmo, pero imprimiéndole características locales.
De ahí que algunos especialistas consideran que "en Cuba nació el danzón, pero en México se enriqueció y se mexicanizó", según el estudiosos del género Javier Romero.
Epoca de oro
"Aquí la danzonera aumentó paulatinamente su dotación instrumental y comenzó a bailarse de varias formas, cerrado, abierto o de fantasía que es más adornado, con más pasos y por ende más lucidor" dice.
Tras consolidarse en el sureste de México, el danzón llegó a la capital del país para vivir su "época de oro" en los años 40's en los salones de baile, uno de los más emblemáticos fue "Salón México", donde se organizaban vistosos concursos de baile.


Años más tarde el danzón comenzó a bailarse en plazas públicas como se hace actualmente.
La cadencia, sensualidad y elegancia se desborda en cada movimiento, mirada y descanso con sus abanicos y su montuno.
Ritual
Aquí los años no cuentan, la juventud parece no haberse ido de esos cuerpos surcados por el tiempo que adquieren vitalidad al entregarse a su pasión: bailar danzón.
"El danzón nos atrapa y nos empuja a seguir viviendo con más energía y alegría" cuenta José Reyes, un hombre de 74 años.


Reyes acude a bailar con su esposa Cristina Hernández con la que lleva casado 45 años, quien asegura que no hay problema que con el danzón no se resuelva "venimos aquí y se nos olvida todo", dice.
La gente que visita esta plaza prepara su llegada como un ritual, cuidando con antelación cada detalle como explica a BBC Mundo la pareja de Berta y Alfonso García:
"Desde jueves o viernes ya empezamos a ver qué nos vamos a poner para llegar a las 11 de la mañana y estar listísimos para bailar hasta que el cuerpo aguante (¿) el danzón sale de donde tenemos el ombliguito de otra manera no se baila bonito", dice Berta.

Nuevas generaciones


Algunos varones engalanados con traje sastre, sombrero con pluma, cadena al bolso del pantalón y vistosos zapatos de doble color, abren plaza y lucen orgullosos de la mano de su dama, elegantes movimientos que invitan a quien los ve a entregarse a este ritmo que es también disfrutado por las nuevas generaciones.
Rodrigo Jaramillo tiene 22 años cada fin de semana acude con su madre a "sacarle brillo al piso" como ellos mismos dicen.
"El baile es mi vida, es una música de muchísimos años pero la música no pasa (de moda)", dice.
Jóvenes maestros
Rodrigo tiene doce años bailando danzón y ha participado en diferentes concursos en los que ha obtenido destacadas posiciones y asegura que seguirá bailando "durante el resto de su vida".
En el otro extremo de la plaza la figura púber de una chica de piel morena ataviada con un suntuoso vestido blanco, abanico en mano y una flor recogiéndole el cabello, llama mi atención.


Es Benigna Elías Ramos quien con sus apenas 16 años destaca por la gracia y sensualidad con la que contoneaba su cuerpo al compás de la música al bailar en solitario.
"Yo me acerqué al danzón por iniciativa de mi abuela a quien le gustaba mucho y hace seis meses que ella murió era tan grande mi tristeza que busqué refugiarme en este baile que me sacó adelante", comenta.
Testigo de grandes transformaciones sociales en México, el danzón se resiste a ser comido por la espiral de la moda y se mantiene vigente con sus acordes seductores dando sentido a la vida de cientos de jóvenes danzoneros y otros no tanto.

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