miércoles, 6 de febrero de 2008

La fiesta de Carnaval

fiesta es una práctica que se da en todas las sociedades y que marca una discontinuidad entre la vida cotidiana y lo festivo, y donde el espacio físico y lo simbólico se encuentran. La fiesta muestra diversos tipos de intercambios culturales, de relaciones, ritos, celebraciones, identificaciones, donde lo social se torna cosa y cuerpo.
Es precisamente durante las festividades de Carnaval cuando ese imaginario de la ciudad convierte a caminantes, artistas, poetas, mujeres y hombres cotidianos en parte de la fiesta y, por ende, en un escenario donde se desarrolla la representación de la fiesta. La ciudad está convertida en espectáculo para ser admirada.
La fiesta de Carnaval encierra esta dimensión simbólica en la que lo que no es explícito es tan importante como lo que sí se muestra y puede, de esta forma, ser un elemento para comprender ciertos fenómenos sociales.
En Santa Cruz, el Carnaval es muy popular; en esta fiesta se manifiestan el sincretismo, la cultura nativa, lo hispano, lo católico, la influencia brasileña y también el comercio. Pasadas las fiestas de fin de año, la ciudad inventa espacios que liberan intercambios y prácticas peculiares. Este otro uso del espacio urbano se da y se acepta en la medida que la fiesta del Carnaval se avecina.
La ciudad de Santa Cruz se sitúa en la confluencia de la naturaleza y el artificio cuando empieza la tan esperada fiesta de Carnaval, cuando su naturaleza de ciudad es también una expresión de cultura, cuando la ciudad se viste entera de luces, de colores, de bailes; cuando su gente y su música son todo y se escucha en las calles interpretar a personajes distintos y se convierte en un espectáculo digno de admirar, cuando las calles se regocijan recibiendo a cuerpos de bailes, carros alegóricos con motivos alusivos a la naturaleza o típicos de la región. Un sinnúmero de actores y espectadores se tropiezan, bailan, parecieran aletargados en un mismo ritmo musical. Toda una sociedad participa de su fiesta, no importa en este momento la condición de clase; existe una sensación de libertad, alegría exuberante, la integración entre las personas que se comunican de una manera informal.
Ésta es una de las tantas maneras de apropiarse del espacio según el dominio o ámbito en que la gente ingresa, en este caso el de la recreación. Desde este punto de vista, el Carnaval en Santa Cruz se puede entender como un paréntesis en el orden social y moral. Como un periodo de transgresión en el que todos los placeres carnales tienen vía libre, como usualmente es interpretado el significado antropológico del Carnaval. Se trata, por tanto, de un periodo en el que el orden establecido aparece momentáneamente invertido, suspendido por unos días, cuando la algarabía, la mojazón, el hecho de convertirse en otro está permitido. ¿Y con qué fin? Precisamente, para restablecerlo. Para que acabe venciendo el mismo orden social restaurado. Para que la comunidad se recupere a sí misma en sus valores permanentes. Para restablecer lo que desde Aristóteles se denomina eutaxia social, el orden correcto (de eu: bueno y taxis: orden).
Sin embargo, y a pesar de toda esta muestra de símbolos y costumbres, está implícito que luego del miércoles de ceniza la ciudad vuelve a su normalidad, una ciudad cuyo espacio fue transformado por un tiempo.
¡Hasta el año Carnaval!
*Mariella Pereyraes cientista política.
En: http://www.la-razon.com/versiones/20080205_006173/nota_246_543969.htm

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